highlike

CLOUD GATE

云门
클라우드 게이트
קלאוד גייט

Wind Shadow

source: zertuchefedericoblogspot

Puerta a las nubes: fusión de la danza moderna

Cloud Gate (Puerta a las nubes) es el nombre de la danza más antigua conocida de China: un baile ritual de hace unos 5,000 años. En 1973, Lin Hwai-min, el coreógrafo, fundador y director artístico de la compañía taiwanesa, adoptó ese nombre clásico para la institución. “Pero más que reproducirla o hacer una interpretación de ella creamos nuestra propia danza contemporánea”, señala Hwai-min.

Lin Hwai-min
Nacido en Taiwán, en 1947 – nieto de calígrafos provenientes de la alta burguesía, hijo de padres educados en universidades norteamericanas- es coreógrafo, bailarín, escritor, director artístico, estudioso de la ópera china y budista practicante. Estudió danza clásica en Japón y Corea y danza moderna en Nueva York con Martha Graham y Merce Cunningham, convirtiéndose en pionero de la danza contemporánea en Asia; la labor en su ámbito ha sido comparada con el trabajo de “deconstrucción” del ballet clásico efectuada por William Forsythe. Tras una primera época más apegada a la estética y la narrativa tradicionales (suntuosos trajes de seda, dramatismo de ópera china, adaptación de cuentos y novelas populares) Lin ha evolucionado hacia un lenguaje despojado, minimalista, espiritual, de gran belleza.

Lin, quien fuera un escritor de ficción exitoso antes de dedicarse a la danza moderna, gusta de explicar los aspectos teóricos de sus obras. Por ejemplo, Lin hace hincapié en que mientras las tradiciones culturales occidentales buscan elevarse hacia arriba, tal y como la arquitectura gótica; las tradiciones orientales, como la arquitectura de la Ciudad Prohibida en Pekín, se extienden horizontalmente a diversos niveles. En cuanto a los estilos de las presentaciones, muchos de los movimientos de las coreografías de Lin enfocan hacia abajo, con fuertes raíces en la tierra.

“Ya no me interesa contar historias y no creo que la danza pueda cambiar la sociedad. Con mis obras sólo busco crear un espacio de serenidad, de reflexión, apartado del ritmo de la vida cotidiana, de la telebasura, de la incomprensible guerra de Iraq y la rabia que ha generado”, explica Lin Hwai Min, que describe así su trabajo: “El ballet clásico occidental se proyecta a lo alto, como las iglesias católicas. Mi trabajo está conectado con las artes chinas. Dominan los movimientos hacia abajo, hacia la tierra, las raíces y los circulares. La respiración y el flujo de energía son las bases. Los bailarines no hacen una representación, sino que se remiten a su mundo interior. No proyectamos hacia una audiencia, sino que la traemos con nosotros al escenario. El público termina respirando a nuestro ritmo”.

El repertorio de Cloud Gate tiene sus raíces en los mitos, folclore y estética orientales, matizados por una perspectiva contemporánea y universal gracias a la combinación y aportación musical occidental y de la danza moderna.

La compañía está formada por veinticuatro bailarines cuya formación incluye conocimientos de Tai Chi Tao Yin (una antigua forma de Chi Kung), meditación, caligrafía china, artes marciales, ópera china, ballet y danza moderna.

La meditación, agrega el director artístico, provee una visión diferente del movimiento y del cuerpo. “Nuestro estilo se caracteriza en que, a diferencia del ballet clásico que tiene que ver con la elevación, nosotros nos adherimos al piso y extraemos la energía de él. En el movimiento de los bailarines de nuestra compañía todo es circular, como al escribir con una brocha”.

Para el coreógrafo taiwanés la meditación es concentración y respiración, “es hablar con uno mismo, conocer tu propia mente, ahondar en tus problemas y lograr trascenderlos”. Debido a esto, los integrantes de la compañía no se proyectan hacia el público sino hacia su interior e invitan a que los espectadores respiren y mediten junto a ellos”.

Hwai-min señala: “El movimiento empieza desde dentro hacia fuera y desde abajo, arranca en el perineo”. “Si el bailarín occidental es como un Ícaro que va siempre hacia arriba, que se eleva como las iglesias católicas, nosotros vamos pegados a tierra, en horizontal, como la Gran Muralla, obteniendo de la tierra, la fuerza. Las rodillas siempre flexionadas y un movimiento no vertical, sino con la energía fluyendo en forma de ocho, creando espirales, como en la caligrafía pero sin trazos directos, con un gran énfasis en la respiración.”

El tiempo y el ritmo de sus coreografías están íntimamente relacionados con el de la meditación, es una ceremonia que aquieta el espíritu.

En 1998 nace la Escuela de Danza Cloud Gate que ofrece clases a bailarines de todas las edades y en 1999 ve la luz Cloud Gate 2, una compañía complementaria que ha servido para incrementar las giras y la difusión de este grupo de creación calificado por el periódico The Times de Londres como “la compañía líder en danza contemporánea de Asia”.

La coreografía Moon Water ha sido presentada en diferentes escenarios del mundo desde su estreno en 1998. Es una metáfora lírica sobre un proverbio budista, según el cual, las flores en un espejo y la luna sobre el agua son ilusorias. Moon Water (Agua de Luna) tiene como banda sonora fragmentos de las Suites para chelo solo de Bach, en grabación de Misha Maisky.

Es una pieza muy solicitada en todo el mundo porque “proporciona un espacio para respirar, es tranquila; el mundo está loco, y la música, el agua y el movimiento de los bailarines hacen que el público se sienta maravillosamente, incluso han llegado a llorar, aunque no se cuenta una historia”, explica este artista de menuda complexión física, de singular y atrayente personalidad. La crítica internacional elogia que muestre un lenguaje nuevo. “Trato de hacer algo diferente, algo nuestro. No pienso en Oriente u Occidente, sólo me expreso; a veces me preguntan por qué utilizo la música de Bach, y yo contesto, es parte de mi vida”, insiste el director de la compañía.

Para los chinos, el agua lunar es una metáfora de dos cosas. La primera hace referencia al proverbio budista “las flores en un espejo y la luna sobre el agua son ilusorias”. La segunda describe el estado ideal de los practicantes del taichi, sintetizado en la frase “la energía fluye como el agua, el espíritu brilla como la luna”.

El prestigioso coreógrafo Lin Hwai-min se inspira en la lírica sugerente de estas metáforas para crear una poética evocación de la filosofía taoísta. Con Moon Water (Agua lunar), el escenario resplandece con brillos acuáticos, reflejados en superficies blancas y negras. Los bailarines, dueños de una belleza de movimientos serena y precisa, recrean con sus cuerpos un estudio de lo real y lo irreal, de la alteración y la quietud, del yin y el yang. En definitiva, una disquisición espiritual sobre el paso del tiempo. Sobre el escenario, agua y espejos crean un juego de imágenes reflejadas, de piedras negras y sedas blancas.

Los cuerpos empapados de los bailarines muestran cómo realidad y apariencia se fusionan inseparables en una coreografía ondulante que escapa a las leyes de la gravedad y conduce a una purificación del cuerpo y el alma. La fluidez absoluta del taichi, transformado por Hwai-min, queda convertida en un expresivo y lírico vocabulario dancístico. Mientras, la música de Johann Sebastian Bach cruza el aire y los cuerpos hallan su referente sonoro. Oriente y Occidente se encuentran sobre el escenario. Desde su estreno en el Teatro Nacional de Taipei en noviembre de 1998, Moon Water se ha presentado en festivales y teatros de todo el mundo. En 2003 fue aclamada por la crítica de danza del New York Times, Anna Kisselgoff, como una de las mejores coreografías del año.

Otra de sus coreografías, Song of the Wanderers trata el tema de la peregrinación. Inspirada en numerosos rituales esotéricos de diversas religiones, desde los baños en el Ganges de los hindús hasta los derviches giróvagos de Turquía. La música que acompaña gran parte del ballet es una serie de canciones tradicionales y religiosas de Georgia, en las que se entremezclan las influencias ortodoxas e islámicas. La propia escenografía responde a esta exigencia ritual, el escenario está cubierto por toneladas de arroz, en una esquina un monje tibetano permanece inmóvil mientras el arroz llueve sobre él y en un plano posterior, un labrador remueve sin cesar el arroz con la azada: cuando termina el ballet, el escenario se ha convertido en la reproducción de un jardín zen japonés. Los movimientos básicos de los bailarines están basados en la técnica de relajación y meditación denominada Tai-chi, combinados con elementos característicos de la técnica Graham. Pero poco o nada de lo que hemos contado hasta ahora interesa a los espectadores, a los que basta con la singular belleza de este ballet. Pocas veces en la danza contemporánea se le otorga al espectador la función que le es propia: mirar.

Wild Cursive, obra de 2005 es la parte final de una trilogía integrada por Cursive II y Cursive I. Sin embargo, Wild Cursive tiene una coherencia que la constituye en una obra en sí misma. Esta danza, inspirada en la caligrafía china (más específicamente la llamada Kuang Chao, “cursiva” o “caligrafía silvestre o salvaje”) mantiene una particular coherencia estética donde se combinan a la perfección el movimiento, la escenografía y el sonido.

El sonido electroacústico incluye desde el sonido de las olas en la rompiente hasta la sutileza de una gota de agua que cae. Un perfecto diseño musical o sonoro, si se quiere, realizado con sutileza e inteligencia por Jim Shum y Liang Chun-mei, quienes permiten que el sonido marque momentos, secuencias, climas y texturas que se traducen en movimiento como un perfecto engranaje en pos de la belleza más sublime. Con otros códigos y otros parámetros, Lin Hwai retoma un lenguaje que también expuso en la magnificente obra Moon Water una suerte de danza contemporánea en deliberada fusión con elementos del Tai Chi. La escenografía, que al igual que la música, determina secuencias, consiste en paneles color marfil que van descendiendo y determinando espacios a recorrer, donde los bailarines aparecen y desaparecen, proyectan sus sombras o, simplemente, se incorporan al paisaje escénico. Cada uno de esos paneles representa los rollos de papel de arroz donde se escribía durante el siglo II de la Nueva Era. A través de un ingenioso sistema de tubos o goteros, la tinta se va corriendo progresivamente sobre esos papeles (paneles) hasta semejar caracteres de escritura. En algunos, la tinta era negra, y en otros, rozaba los grises.

En esta magnífica realización, cada elemento forma parte de un todo absolutamente ensamblado. Los bailarines, que se desplazan con total dominio de cada parte de su cuerpo, se detienen en poses estáticas que luego se revierten en un dinamismo pleno y potente. Deslumbrante dominio del cuerpo y de la energía.

Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan ha presentado sus trabajos en festivales de Europa, Asia, Australia, América, entre los que se encuentran el Festival Next Wave de Nueva York, la Bienal de la Danza de Lyon, el Festival de Berlín, el Festival de Danza de Madrid, así como en espacios relevantes como la Ópera de Berlín, el Teatro Nacional de Catalunya, y el Kennedy Center.

En 2003, la agrupación abrió el Festival Internacional de Melbourne con la obra Cursive II, en donde obtuvo los Age Critics Award y el Patrons Award, mientras que en Nueva York la compañía fue nombrada la mejor del año por el New York Times y en 2006 Cursive: A Trilogy fue seleccionada como la mejor coreografía del año como resultado de las críticas otorgadas por Ballet-Tanz y Theaterheute. Asimismo, ha merecido el premio Joyce Award de Chicago y el Ramon Magsaysay Award, conocido como el Premio Nobel de Asia.

La compañía Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan en su gira por México en 2010, presentó Agua de Luna en el Auditorio Nacional, y luego participó como parte de las actividades del 38º Festival Internacional Cervantino en el Teatro Juárez de Guanajuato.
.
.
.
.
.
.
source: barbicanorguk

Choreographic genius Lin Hwai-Min has created a contemporary dance work that makes shadows come alive. Joining forces with leading Chinese visual artist Cai Guo-Qiang, Wind Shadow is a study of motion created through the monochromatic palettes of black and white and the use of light and shade.

Set to a haunting soundscape, the dancers capture the intangible quality of the wind and the variable structure of shadows. Projections of Cai’s gunpowder drawings merge into silhouettes and form a moving art installation within which the dancers engage.

The performance contains laser lighting and sound effects of fireworks.
.
.
.
.
.
.
.
.
source: theguardian

Dance Umbrella opens with a bang this year – lots of bangs, in fact – which reverberate through the Barbican like the noise of battle. Violence may not be a quality we associate with choreo-grapher Lin Hwai-Min, whose works frequently take us to places of exquisite tranquillity. But for Wind Shadow, Lin has collaborated with the artist Cai Guo-Qiang (visual director of the Beijing Olympics ceremonies), and the result shifts him into new terrain.

The first half of the piece gives few indications of the shocks to come. It’s a world that ingeniously and almost innocently plays with the possibilities of wind and shadow. Giant fans, concealed in the wings, produce streams of air that allow the 20 members of Cloud Gate to launch flotillas of kites, fly streamers and dance with fluttering angels’ wings strapped to their backs. Contrasting with this windblown choreography, the dancers perform slow sculptural duets with their own shadows, or with silhouetted doubles, magically lit. Staged in a monochrome palette of black, grey and white, these effects build to superbly etched patterns and textures – the stage a mobile art installation where air and substance meet.

But for the second half, everything changes. The shadow figures start to look malevolent, sucking the life force out of those they’re attached to, and the stage turns black as they take over the floor, scuttling like rats, or demons. This, too, is where the aural violence begins, the sound of explosions ripping through the theatre.

The programme note indicates that this is a piece for the post-9/11 world, and so it is. Black confetti rains down like ash, and as sulphur-lit smoke is blown across the stage a dark tunnel forms to suck the capering dancers down into hell. It’s a brilliant coup de théâtre, alone worth the price of a ticket, yet it can’t counter an overall sense of disappointment.

The dancers of Cloud Gate are among the most accomplished in the world, but in this collaboration they are too often reduced to flag wavers and rudimentary body sculpture. More disappointingly, Wind Shadow lacks the poetic logic we associate with Lin’s finest creations – the conjuring of self-contained worlds that are beyond speech. Here the schema is too obvious, and its Manichaean contrasts of dark/light, good/evil don’t resonate beyond the special effects that deliver them. These special effects also suffer from the law of diminishing returns, and in this 80-minute work, there aren’t enough of them to compensate for the lack of dance.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
source: eamarietorradowordpress

It is said in the Great Preface of “The Book of Songs,”an anthology of Chinese poems dating from the 10th to the 7th century BC:

“The emotions are stirred and take form in words.If words are not enough, we speak in sighs.If sighs are not enough, we sing them.If singing is not enough, then unconsciouslyour hands dance them and our feet tap them.”

Dance is a powerful expression.
It speaks to earth and heaven.
It speaks of our joy, our fear and our wishes.Dance speaks of the intangible, yet reveals the state of mind of a person and
The temperaments and characters of a people.

Like many cultures in the world, the indigenous people in Taiwan dance in circle.Their ancestors believed that evils would be kept out of the circle.
With hands linked, they share the warmth of each other and move in communal pulses.Dance brings people together.

And dance happens at the vanishing point.
Movements disappear as they occur.
Dance exists only in that fleeting instant.
It is precious. It is a metaphor of life itself.

In this digital age, images of movements take millions of forms.
They are fascinating.
But, they can never replace dance because images do not breathe.
Dance is a celebration of life.

Come, turn off your television, switch off your computer, and come to dance.
Express yourself through that divine and dignified instrument, which is our body.
Come to dance and join people in the waves of pulses.
Seize that precious and fleeting moment.Come to celebrate life with dance.

Honouring Lin Hwai-min with a Lifetime Achievement Award, the jury of the International Movimentos Dance Prize, Germany, considers him “a foremost innovator of dance” and that “Lin Hwai-min ranks amongst artists of the century such as William Forsythe, George Balanchine, Birgit Cullberg….”

In July, 2013, Lin will follow in the footsteps of Martha Graham, Merce Cunningham and Pina Bausch to receive the prestigious Samuel H. Scripps/American Dance Festival Award for Lifetime Achievement. The Festival announcement states that: “Mr. Lin’s fearless zeal for the art form has established him as one of the most dynamic and innovative choreographers today… his choreographic brilliance continues to push boundaries and redefine the art form.” He will be the first recipient of this award who is not based in the United States or Europe.

In his homeland, Taiwan, Lin Hwai-min was first known as a critically acclaimed writer. In 1969, at the age of 22 and with two books of fiction published, he went to study in the States and obtained a Master of Fine Arts degree from the Writer’s Workshop at the University of Iowa. He also studied modern dance at the University and in New York.

Lin Hwai-min founded Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan in 1973, the Dance Department at the Taipei National University of the Arts in 1983, and Cloud Gate 2 in 1999. He is the Artistic Director for both dance companies which have received enthusiastic acclaims internationally. Choreographed 86 works, including 18 full-length productions, Lin often draws his inspiration from traditional Asian culture and aesthetics to create original works with contemporary resonance, which have made Dance Europe acclaim: “No company in the world dances like Cloud Gate. It presents a distinct and mature Chinese choreographic language. The importance of this evolution in Asian dance is no less profound than the impact of Forsythe’s Ballett Frankfurt on European classical ballet.”

Among the honours Lin Hwai-min has received are honorary doctorates from six universities in Taiwan and Hong Kong, the Taiwan National Award for Arts, the Ramon Magsaysay Award, the John D. Rockefeller 3rd Award, the award for ‘Best Choreographer’ at the Lyon Biennial Dance Festival and the Chevalier of the Order of Arts and Letters’ from the French Ministry of Culture. In 2005, he was honored by Time Magazine as one of the “Asia’s Heroes.” Lin Hwai-min has been the subject of full-length television documentaries, including Portraits Taiwan: Lin Hwai-min(Discovery Channel), Floating on the Ground (Opus Arte), and Lin Hwai-Min – Interface Between Worlds (ARTE/ZDF). Since 2000, he has served as the Artistic Director of “Novel Dance Series” for the Novel Hall for Performing Arts, Taipei introducing contemporary dance to audience in Taiwan. Choreographers featured in the series include Eiko and Koma, Meredith Monk, Susanne Linke, Akram Kahn, Ea Sola, Sidi Larbi Cherkaoui and Jerome Bel.

Currently Lin Hwai-min serves as the mentor of dance for Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative, guiding a young choreographer selected from around the world by a panel of dance experts.

CLOUD GATE DANCE THEATRE OF TAIWAN

The virtuosity of Cloud Gate dancers has made critics ask: “when has one ever seen a company with such magical and beautiful bodies?” and confess that they “possess a control and articulation that verge on the superhuman. These are performers who can make stillness every bit as eloquent as animation. In fact, they have the power to change your metabolism.”Cloud Gate is the name of the oldest known dance in China. In 1973, choreographer Lin Hwai-min adopted this classical name for the first contemporary dance company in any Chinese speaking community.

Its 24 dancers receive trainings on meditation, Qi Gong, an ancient form of breathing exercise, internal martial arts, modern dance, ballet, and calligraphy. Through Lin Hwai-min’s choreographies the company transforms ancient aesthetics into thrilling modern celebration of motion.

Acclaimed by The Times as “Asia’s leading contemporary dance theatre,” Cloud Gate has toured extensively with frequent engagements at the Next Wave Festival in New York, the Sadler’s Wells Theatre and Barbican Centre in London, the Moscow Chekhov International Theatre Festival, and the Internationales Tanzfest NRW directed by Pina Bausch.

At home, Cloud Gate also enjoys high acclaim and popularity. In addition to the regular seasons in theaters, the company stages annual free outdoor performances in various cities in Taiwan, drawing audiences of up to 60,000 per performance. In 2003, in recognition of Cloud Gate’s contribution to the cultural life of Taipei, the Taipei City Government named Fu-Hsing North Road Lane 231, the home of Cloud Gate’s office, as “Cloud Gate Lane.” In 2010, a new asteroid, discovered by National Central University, Taiwan, was named after Cloud Gate.

Most of Cloud Gate’s productions have been made into videos. Among them, Songs of the Wanderers, Moon Water, Bamboo Dream, and Cursive II (now known as Pine Smoke) were filmed in Europe.
.
.
.
.
.
.
.
source: carolinaperformingartsorg

“A work of wild eroticism, contemplative mystery and ecstatic beauty” – The Chicago Sun Times

This performance of Songs of the Wanderers is made possible by Performance Benefactors Patricia and Thruston Morton in celebration of Jacqueline Zinn’s love of dance.

Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan transforms ancient aesthetics into a thrilling modern celebration of motion. Immersed in everything from meditation to martial arts to modern dance, Cloud Gate returns to Memorial Hall for its third visit in a stunning production of Songs of the Wanderers. Inspired by the quest for enlightenment and wealth of sacred traditions throughout Asia, choreographer Lin Hwai-min transforms ancient rites into resonant dance theatre.

A visually stunning poem to spiritual pilgrimage, Songs of the Wanderers creates a world of intense reverence. Evocative movements set to soulful Georgian folk songs are brought to life on an astonishing set with over three tons of shimmering golden grains of rice. A monk stands still at a downstage corner for the entire performance, a stream of rice grains flowing from above and onto his shaved head, transforming from a river to hills to a desert, showering like a summer storm and waterfalls.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
source: zertuchefedericoblogspot

Puerta a las nubes: fusión de la danza moderna

Cloud Gate (Puerta a las nubes) es el nombre de la danza más antigua conocida de China: un baile ritual de hace unos 5,000 años. En 1973, Lin Hwai-min, el coreógrafo, fundador y director artístico de la compañía taiwanesa, adoptó ese nombre clásico para la institución. “Pero más que reproducirla o hacer una interpretación de ella creamos nuestra propia danza contemporánea”, señala Hwai-min.

Lin Hwai-min
Nacido en Taiwán, en 1947 – nieto de calígrafos provenientes de la alta burguesía, hijo de padres educados en universidades norteamericanas- es coreógrafo, bailarín, escritor, director artístico, estudioso de la ópera china y budista practicante. Estudió danza clásica en Japón y Corea y danza moderna en Nueva York con Martha Graham y Merce Cunningham, convirtiéndose en pionero de la danza contemporánea en Asia; la labor en su ámbito ha sido comparada con el trabajo de “deconstrucción” del ballet clásico efectuada por William Forsythe. Tras una primera época más apegada a la estética y la narrativa tradicionales (suntuosos trajes de seda, dramatismo de ópera china, adaptación de cuentos y novelas populares) Lin ha evolucionado hacia un lenguaje despojado, minimalista, espiritual, de gran belleza.

Lin, quien fuera un escritor de ficción exitoso antes de dedicarse a la danza moderna, gusta de explicar los aspectos teóricos de sus obras. Por ejemplo, Lin hace hincapié en que mientras las tradiciones culturales occidentales buscan elevarse hacia arriba, tal y como la arquitectura gótica; las tradiciones orientales, como la arquitectura de la Ciudad Prohibida en Pekín, se extienden horizontalmente a diversos niveles. En cuanto a los estilos de las presentaciones, muchos de los movimientos de las coreografías de Lin enfocan hacia abajo, con fuertes raíces en la tierra.

“Ya no me interesa contar historias y no creo que la danza pueda cambiar la sociedad. Con mis obras sólo busco crear un espacio de serenidad, de reflexión, apartado del ritmo de la vida cotidiana, de la telebasura, de la incomprensible guerra de Iraq y la rabia que ha generado”, explica Lin Hwai Min, que describe así su trabajo: “El ballet clásico occidental se proyecta a lo alto, como las iglesias católicas. Mi trabajo está conectado con las artes chinas. Dominan los movimientos hacia abajo, hacia la tierra, las raíces y los circulares. La respiración y el flujo de energía son las bases. Los bailarines no hacen una representación, sino que se remiten a su mundo interior. No proyectamos hacia una audiencia, sino que la traemos con nosotros al escenario. El público termina respirando a nuestro ritmo”.

El repertorio de Cloud Gate tiene sus raíces en los mitos, folclore y estética orientales, matizados por una perspectiva contemporánea y universal gracias a la combinación y aportación musical occidental y de la danza moderna.

La compañía está formada por veinticuatro bailarines cuya formación incluye conocimientos de Tai Chi Tao Yin (una antigua forma de Chi Kung), meditación, caligrafía china, artes marciales, ópera china, ballet y danza moderna.

La meditación, agrega el director artístico, provee una visión diferente del movimiento y del cuerpo. “Nuestro estilo se caracteriza en que, a diferencia del ballet clásico que tiene que ver con la elevación, nosotros nos adherimos al piso y extraemos la energía de él. En el movimiento de los bailarines de nuestra compañía todo es circular, como al escribir con una brocha”.

Para el coreógrafo taiwanés la meditación es concentración y respiración, “es hablar con uno mismo, conocer tu propia mente, ahondar en tus problemas y lograr trascenderlos”. Debido a esto, los integrantes de la compañía no se proyectan hacia el público sino hacia su interior e invitan a que los espectadores respiren y mediten junto a ellos”.

Hwai-min señala: “El movimiento empieza desde dentro hacia fuera y desde abajo, arranca en el perineo”. “Si el bailarín occidental es como un Ícaro que va siempre hacia arriba, que se eleva como las iglesias católicas, nosotros vamos pegados a tierra, en horizontal, como la Gran Muralla, obteniendo de la tierra, la fuerza. Las rodillas siempre flexionadas y un movimiento no vertical, sino con la energía fluyendo en forma de ocho, creando espirales, como en la caligrafía pero sin trazos directos, con un gran énfasis en la respiración.”

El tiempo y el ritmo de sus coreografías están íntimamente relacionados con el de la meditación, es una ceremonia que aquieta el espíritu.

En 1998 nace la Escuela de Danza Cloud Gate que ofrece clases a bailarines de todas las edades y en 1999 ve la luz Cloud Gate 2, una compañía complementaria que ha servido para incrementar las giras y la difusión de este grupo de creación calificado por el periódico The Times de Londres como “la compañía líder en danza contemporánea de Asia”.

La coreografía Moon Water ha sido presentada en diferentes escenarios del mundo desde su estreno en 1998. Es una metáfora lírica sobre un proverbio budista, según el cual, las flores en un espejo y la luna sobre el agua son ilusorias. Moon Water (Agua de Luna) tiene como banda sonora fragmentos de las Suites para chelo solo de Bach, en grabación de Misha Maisky.

Es una pieza muy solicitada en todo el mundo porque “proporciona un espacio para respirar, es tranquila; el mundo está loco, y la música, el agua y el movimiento de los bailarines hacen que el público se sienta maravillosamente, incluso han llegado a llorar, aunque no se cuenta una historia”, explica este artista de menuda complexión física, de singular y atrayente personalidad. La crítica internacional elogia que muestre un lenguaje nuevo. “Trato de hacer algo diferente, algo nuestro. No pienso en Oriente u Occidente, sólo me expreso; a veces me preguntan por qué utilizo la música de Bach, y yo contesto, es parte de mi vida”, insiste el director de la compañía.

Para los chinos, el agua lunar es una metáfora de dos cosas. La primera hace referencia al proverbio budista “las flores en un espejo y la luna sobre el agua son ilusorias”. La segunda describe el estado ideal de los practicantes del taichi, sintetizado en la frase “la energía fluye como el agua, el espíritu brilla como la luna”.

El prestigioso coreógrafo Lin Hwai-min se inspira en la lírica sugerente de estas metáforas para crear una poética evocación de la filosofía taoísta. Con Moon Water (Agua lunar), el escenario resplandece con brillos acuáticos, reflejados en superficies blancas y negras. Los bailarines, dueños de una belleza de movimientos serena y precisa, recrean con sus cuerpos un estudio de lo real y lo irreal, de la alteración y la quietud, del yin y el yang. En definitiva, una disquisición espiritual sobre el paso del tiempo. Sobre el escenario, agua y espejos crean un juego de imágenes reflejadas, de piedras negras y sedas blancas.

Los cuerpos empapados de los bailarines muestran cómo realidad y apariencia se fusionan inseparables en una coreografía ondulante que escapa a las leyes de la gravedad y conduce a una purificación del cuerpo y el alma. La fluidez absoluta del taichi, transformado por Hwai-min, queda convertida en un expresivo y lírico vocabulario dancístico. Mientras, la música de Johann Sebastian Bach cruza el aire y los cuerpos hallan su referente sonoro. Oriente y Occidente se encuentran sobre el escenario. Desde su estreno en el Teatro Nacional de Taipei en noviembre de 1998, Moon Water se ha presentado en festivales y teatros de todo el mundo. En 2003 fue aclamada por la crítica de danza del New York Times, Anna Kisselgoff, como una de las mejores coreografías del año.

Otra de sus coreografías, Song of the Wanderers trata el tema de la peregrinación. Inspirada en numerosos rituales esotéricos de diversas religiones, desde los baños en el Ganges de los hindús hasta los derviches giróvagos de Turquía. La música que acompaña gran parte del ballet es una serie de canciones tradicionales y religiosas de Georgia, en las que se entremezclan las influencias ortodoxas e islámicas. La propia escenografía responde a esta exigencia ritual, el escenario está cubierto por toneladas de arroz, en una esquina un monje tibetano permanece inmóvil mientras el arroz llueve sobre él y en un plano posterior, un labrador remueve sin cesar el arroz con la azada: cuando termina el ballet, el escenario se ha convertido en la reproducción de un jardín zen japonés. Los movimientos básicos de los bailarines están basados en la técnica de relajación y meditación denominada Tai-chi, combinados con elementos característicos de la técnica Graham. Pero poco o nada de lo que hemos contado hasta ahora interesa a los espectadores, a los que basta con la singular belleza de este ballet. Pocas veces en la danza contemporánea se le otorga al espectador la función que le es propia: mirar.

Wild Cursive, obra de 2005 es la parte final de una trilogía integrada por Cursive II y Cursive I. Sin embargo, Wild Cursive tiene una coherencia que la constituye en una obra en sí misma. Esta danza, inspirada en la caligrafía china (más específicamente la llamada Kuang Chao, “cursiva” o “caligrafía silvestre o salvaje”) mantiene una particular coherencia estética donde se combinan a la perfección el movimiento, la escenografía y el sonido.

El sonido electroacústico incluye desde el sonido de las olas en la rompiente hasta la sutileza de una gota de agua que cae. Un perfecto diseño musical o sonoro, si se quiere, realizado con sutileza e inteligencia por Jim Shum y Liang Chun-mei, quienes permiten que el sonido marque momentos, secuencias, climas y texturas que se traducen en movimiento como un perfecto engranaje en pos de la belleza más sublime. Con otros códigos y otros parámetros, Lin Hwai retoma un lenguaje que también expuso en la magnificente obra Moon Water una suerte de danza contemporánea en deliberada fusión con elementos del Tai Chi. La escenografía, que al igual que la música, determina secuencias, consiste en paneles color marfil que van descendiendo y determinando espacios a recorrer, donde los bailarines aparecen y desaparecen, proyectan sus sombras o, simplemente, se incorporan al paisaje escénico. Cada uno de esos paneles representa los rollos de papel de arroz donde se escribía durante el siglo II de la Nueva Era. A través de un ingenioso sistema de tubos o goteros, la tinta se va corriendo progresivamente sobre esos papeles (paneles) hasta semejar caracteres de escritura. En algunos, la tinta era negra, y en otros, rozaba los grises.

En esta magnífica realización, cada elemento forma parte de un todo absolutamente ensamblado. Los bailarines, que se desplazan con total dominio de cada parte de su cuerpo, se detienen en poses estáticas que luego se revierten en un dinamismo pleno y potente. Deslumbrante dominio del cuerpo y de la energía.

Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan ha presentado sus trabajos en festivales de Europa, Asia, Australia, América, entre los que se encuentran el Festival Next Wave de Nueva York, la Bienal de la Danza de Lyon, el Festival de Berlín, el Festival de Danza de Madrid, así como en espacios relevantes como la Ópera de Berlín, el Teatro Nacional de Catalunya, y el Kennedy Center.

En 2003, la agrupación abrió el Festival Internacional de Melbourne con la obra Cursive II, en donde obtuvo los Age Critics Award y el Patrons Award, mientras que en Nueva York la compañía fue nombrada la mejor del año por el New York Times y en 2006 Cursive: A Trilogy fue seleccionada como la mejor coreografía del año como resultado de las críticas otorgadas por Ballet-Tanz y Theaterheute. Asimismo, ha merecido el premio Joyce Award de Chicago y el Ramon Magsaysay Award, conocido como el Premio Nobel de Asia.

La compañía Cloud Gate Dance Theatre of Taiwan en su gira por México en 2010, presentó Agua de Luna en el Auditorio Nacional, y luego participó como parte de las actividades del 38º Festival Internacional Cervantino en el Teatro Juárez de Guanajuato.
.
.
.
.
.
.
.
source: misterticketcoil

להקת המחול הווירטואוזית מטייוואן, שרקדניה הוגדרו כבעלי יכולות על אנושיות, מגיעה ארצה עם יצירתה החדשה המבוססת על מסורות הזן ועל אמנות הקליגרפיה הסינית.
.
.
.
.
.
.
.
.
source: kgnewscokr

현대무용단으로는 드물게 세계무대에서 정상급 평가를 받고 있는 대만의 클라우드 게이트 무용단(Cloud Gate Dance Theater)이 첫 내한공연을 갖는다. 3월 7-8일 예술의전당 오페라극장.

73년 창단된 이 무용단은 대만에서는 물론 구미 관객들에게도 폭발적 인기를 얻고 있는 단체다. 비결은 전래신화와 민속을 소재로 동양적 미학을 현대적, 서구적인 어법에 담은 데 있다.

프랑스 리옹 댄스 비엔날레, 독일 피나 바우슈 부퍼탈 페스티벌, 미국 넥스트웨이브 페스티벌 등 유수의 축제에서도 찬사를 받았다.

이 무용단의 중심에는 예술감독 린화이민(56)이 있다. 2000년 독일의 무용잡지 ‘발레 인터내셔널’이 이리 킬리안, 피나 바우슈, 윌리엄 포사이드, 머스 커닝햄 등 기라성 같은 안무가들과 함께 ‘올해의 인물’로 뽑은 사람이다. ‘댄스 유럽’지(誌)도 그를 ’20세기의 안무가’로 선정했다.
린화이민은 이색적인 경력을 지녔다. 원래 미국에서 유학하며 영문학을 공부했고 소설가로 베스트셀러를 두 권이나 내기도 했다. 그러나 춤에 대한 관심으로 마사 그레이엄, 머스 커닝햄 등의 미국 현대무용을 접하며 춤으로 돌아섰다.

입문은 미국식 현대무용으로 했지만 린화이민은 동양의 춤과 움직임을 예술적 모태로 삼았다. 중국의 경극, 한국과 일본의 고대 궁중춤, 태극권과 쿵푸 등 다양한 동양의 움직임과 명상의 호흡법을 연구하고 이를 춤으로 흡수했다. 또 전통연극의 요소를 서구식 무용기법에 결합시켰다.

중국의 고대 의식춤인 ‘클라우드 게이트’에서 이름을 빌려와 중국어권의 첫 현대무용단인 이 무용단을 창단했고, 이후 구미 각국에서 엄청난 인기를 누렸다. 2000년 리옹 댄스 페스티벌에서 선보인 ‘수월'(水月)로 성가를 더욱 높였다.

이번에 이들이 공연할 작품은 ‘행초'(行草)다. 동양의 서예(書藝)에서 춤의 원리를 따온 작품이다. 행서와 초서 등 서법을 춤에 적용한 것. 서예가들이 글씨를 쓸 때 에너지를 집중하는 것이 춤의 원리와 상통한다는 것을 깨닫고 이를 응용했다. 글씨 획의 시적인 흐름과 강한 종결 등을 모방해 춤동작을 만들었다.

공연은 전체 2부로 1부에서는 부드러운 동작의 흐름이, 2부에서는 공중제비, 점프, 가라데와 쿵푸 등 무예의 역동적인 움직임이 주가 된다. 흑백의 대비를 강조해 무용수들은 마치 하얀 한지에 먹으로 글을 쓰듯 검은 의상으로 흰 무대에서 춤을 춘다.

무대 뒤로 서예 작품이 투사되는 가운데 유연한 무용수의 움직임, 세련된 무대미술, 동양의 호흡법을 이용한 완급조절로 한 폭의 동양화 같은 장면이 펼쳐진다. 음악을 맡은 상하이의 현대작곡가 쿼시아시옹은 첼로와 타악기로 빚은 선율을 들려준다.

독일 프랑크푸르터 알게마이너 차이퉁은 “무대 벽면에 투사된 서예작품과 힘으로 넘치는 무용수들의 상호작용을 통해 정적 속에서도 강렬함과 격렬함을 지닌 추상적 현대무용을 한 편의 동양화로 그려낸 작품”이라고 평했다.