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MAGDALENA JETELOVA

source: ilikethisart

“Magdalena Jetelova used illuminated lines to expose communication structure of the landscape; Crossing King’s Cross – she uses lights to map out the future path of a train route as well as natural changes (in the Island Project / Islandský projekt – she enlists lasers to draw attention to the undersea intercontinental divide (mountainscape). In her geographical project, Songline 75° 36‘52‘‘ (1998) contemporary localization techniques are used to join two spots on the earth. This is possible thanks mainly to use of the imagination stemming from local traditions.”
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source: glasstressorg

Magdalena Jetelova was born in 1946 in Semily, the Czech Republic. She currently lives and works in Munich and Prague. In the mid-1980s, Jetelova moved to Munich and, in 1987, took part in Documenta 8. In 1988, she began working in academia, becoming, over the years, a visiting professor at the Academies of Fine Arts in Monaco and Salzburg as well as at the National Academies of Dusseldorf and Berlin. Jetelova’s artistic philosophy is in the constructivist mold and is combined with elements of Arte Povera and Land Art. These qualities are fully embodied in the work Domestication of a Pyramid (1992-1994), where a 15-meter tall pyramid of red-quartz sand invaded the rectangular vestibule of the Vienna Museum of Applied Arts. The work Basel, De Wette Park (2000), however, looked at the subject of reading from the points of view of the reader and the narrator using letters constructed in brickwork. Through this interaction with the surrounding environment, the observers’ perception of space and time thus is changed. In addition, Jetelova is known worldwide for her monumental wooden sculptures. Her chairs and tables have been exhibited at New York’s MoMA, Vienna’s Museum of the 20th Century, and London’s Tate Gallery. Her works are found in the Hirschhorn Museum in Washington, the Centre Pompidou in Paris, and the Ludwig Collection in Basel.
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source: artlistcz

Magdalena Jetelová vystudovala sochařství, od dřevěných objektů a sádrových plastik, vytvářených od 70. let (např. Skříň I, 1977-78; Stůl, 1979 či Prádlo, 1978) a monumentálnější ch dřevěných objektů (např. Vrata, 1979-80 či Křídlo, 1979), z nichž některé byly vystaveny na proslulé přehlídce Malostranské dvorce (1981) přechází k tvorbě instalací, určených pro konkrétní prostor.
V 1. polovině 80. let upoutala pozornost cyklem “židlí” a “schodů”, které se proměnily v určité symboly doby. Židle sestupující po schodech, 1981, vystavená mimo jiné v Uměleckoprůmyslovém muzeu v Praze, působí zejména svým rozměrem, nepatřičným pro daný prostor. Právě nesouměřitelnost prostorových vztahů je důležitým aspektem další tvorby. Jetelová čím dál víc pracuje s konkrétními prostory, odhaluje jejich potlačené historie a příběhy a snaží se tak o navrácení jejich zapomenuté paměti. Ve svých světelných instalacích používá nejprve oheň (Značení kouřem v pražské Šárce), později zejména laser. Instalace jsou efemérní a nestálé, propojují různé prostory a časy, a zůstává z nich pouze fotografie a další doplňující dokumentace.
Jednou z prvních architektonických (utopických) intervencí byl projekt Projekt Jižní město (1983), návrh podzemního prostoru pro pražské sídliště, reagujícího na proměny okolního prostředí. Práce s pamětí krajiny akcentuje změny utvářené člověkem (Doly / Projekt Tabebau z roku 1998 pomocí světelných linií znovu odhaluje někdejší komunikační strukturu krajiny; Crossing King’s Cross světelně vytyčuje budoucí dráhu vlaku) stejně jako změny přírodní (v Islandském projektu zviditelňuje pomocí laseru podmořské mezikontinentální pohoří). V “geografickém projektu” Songline 75° 36‘52‘‘ (1998) dochází k propojením dvou míst na světě pomocí lokalizační techniky, ovšem s využitím imaginace vycházející z místní tradice.
Důležitým tématem většiny projektů je určitá forma dislokace; pokračováním slavné židle na schodišti je například cyklus Domestikace pyramidy (1992-1994). V nejnovějších projektech se objevuje směřování k interaktivitě, například v návrhu architektonických Implantátů, které by se proměňovaly v závislosti na akcích svých návštěvníků.
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source: radiocz

Magdalena Jetelová es una de las artistas checas más conocidas internacionalmente. Su incursión en el mundo del arte tuvo lugar ya en los años 60 cuando presentó sus primeras esculturas, con el correr del tiempo su obra ha evolucionado enormemente hasta situarla en el pedestal de los artistas que escriben su nombre con letras mayúsculas.
La obra de Magdalena Jetelová se encuentra marcada por una especie de “magnetismo” que se desarrolla en el contexto de su periódo “pacifista” comprendido como una reacción al régimen comunista de la hoy extinta Checoslovaquia. Su obra de entonces, gigantescas sillas y mesas, fue como una luz intermitente en medio de las tinieblas que cubrían la sociedad checa durante el totalitarismo.
En los años 80 todavía se percibe la lucha de Jetelová contra el sistema imperante. Su obra “Escaleras”, representó la desesperación de la sociedad checa de entonces: Las escaleras suspendidas en el espacio no conducían a ninguna parte. Según explicara la artista, esa situación la puso entre la espada y la pared lo que la obligó a abandonar su país natal en 1985 e instalarse en Alemania. El gran escape del régimen comunista la convirtió en un tipo de “leyenda” para ciertos círculos artísticos checos.
Magdalena Jetelová supo aprovechar su nuevo “hábitat” cultural que poco a poco fue influyendo su obra. Si hasta el momento en su trabajo destacaban utensilios de la vida cotidiana trabajados en madera ordinaria pero de dimensiones gigantescas, empezó el camino hacia el empleo de enormes espacios naturales, ya fuese en ciudades o en el campo.
Su obras fueron expuestas en los museos más importantes de Alemania, Austria y EE.UU. Uno de sus críticos llegó a decir que las enormes obras tridimensionales de Magdalena Jetelová “quedaban pequeñas” en los museos.
Resulta que las salas y los patios de los museos no ofrecen muchas veces las condiciones necesarias para apreciar obras superdimensionadas. Otras obras se encuentran directamente en las ciudades o naves de antiguas fábricas lo que permiten apreciar en su totalidad el mensaje de la artista checa Magdalena Jetelová.
La Galería de la Ciudad de Praga muestra actualmente en sus principales salas algunas de las obras de Magdalena Jetelová de mediados de los años 90, en la exposición “Urban Landscape” sobresalen elementos del tiempo y el espacio en un contexto urbano y geográfico.
En fotografías de gran formato los visitantes pueden apreciar, por ejemplo, “Atlantic Wall, 1994-1995″. La línea de bunkers del Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial se extendía desde la costa europea en Noruega hasta España. Fueron construidos entre 1942 y 1944 con el objetivo de impedir una invasión de las fuerzas aliadas. Los monolitos de hormigón armado no soportaron el paso de los años ni las inclemencias del tiempo. Hoy después de más de 50 años los restos de los bunkers nos recuerdan enormes rocas carcomidas por el mar.
Sobre la superficie de los bunkers Magdalena Jetelová proyectó textos luminosos tomados de la obra de filósofos franceses que se refieren a espacios militares y a la filosofía de la violencia en las operaciones militares.
De acuerdo con la crítica, se trató de una obra muy impactante contra la guerra y la violencia. Los textos sobre la superficie irregular de los bunker “desaparecieron” con las sombras de la noche y con lo sombría historia de las guerras protagonizadas a lo largo de la historia de la Humanidad.
Para detallar un poco más la obra de Magdalena Jetelová cabe mencionar el empleo de rayos luminosos. Por ejemplo en lo que se conoció como proyecto Islandia 1992, partió imaginariamente el país en dos, con una línea de rayos láser que simbolizaba la frontera entre América y Europa. Fue una línea divisoria cargada de elementos históricos, culturales y por supuesto geográficos.
Muy interesante ha resultado también la muestra “La Habana 1994-1995″. Los visitantes de la exposición de Praga pueden apreciar el punto de contacto o bien de separación entre el mundo que representaba la colonia española, con sus majestuosos palacios de los “señores explotadores”, contrastando con la revolución castrista, con la utopía de la sociedad sin clases y del nuevo orden en el llamado Tercer Mundo. De acuerdo con Jetelová ambas culturas se desmoronan y en sus ruinas se encuentran más unidas que nunca.
Los “esqueletos” de las bellas casas coloniales de La Habana son testimonio de una época de oro, pero lo impresionante es que a esos edificios no les dejan morir en paz, para sorpresa de muchos, la ropa tendida en los restos de balcones da a entender que ahí, en esos escombros, viven seres humanos. Se trata de una mezcla de antigua belleza con el horror de nuestros días. La obra se encuentra enriquecida con música latinoamericana.
La exposición de Magdalena Jetelová permanecerá abierta al público hasta el Primero de julio de 2001 en la Galería de la Ciudad de Praga.