NADÍN OSPINA
source: highlike submit
The fate of Latin America’s ancient monuments and deities is the theme of “Pre-Columbian Remix,” the exhibition that inaugurates the newly refurbished quarters of the Neuberger Museum of Art when it reopens April 28. Each of the artists—Enrique Chagoya, Demián Flores, Rubén Ortiz-Torres, and Nadín Ospina infuses Aztec, Mayan, or Incan art forms with pop-culture imagery, which explains how the mythic deity Xolotl ended up in the doghouse.
.
.
.
.
.
.
source: unalmededuco
La obra de Ospina encarna la idea del arte como teoría. Es para algunos un imposible; un chiste; un enigma. Cuando fue premiado en el Salón Nacional de Arte de 1991 con su instalación In Partibus Infidelium (En tierra de infieles) la sorpresa general fue evidente. Distante de su producción anterior, la obra pertenece a otro género de ideas. Consiste de una instalación que reproduce crudamente una exhibición de escultura precolombina de museo; cerámica, vitrinas, pintura, olores y sonido. Los precolombinos exhibidos eran copias; es decir falsos precolombinos. El público se mostró perplejo. Sus copias, imitaciones de esculturas precolombinas auténticas, de valor histórico, artístico y patrimonial indiscutible, provocaban ser consideradas arte, y por lo tanto genuinas. Al jurado le envío una señal: premiar como auténtico lo falso. El jurado aceptó el reto y lo premió.
El asunto me remite a Arthur Danto, autor de “The Transfiguration of the Commonplace” (La Transfiguración de lo Común):
“Platón sugiere que el arte mimético es una forma de perversión; un substituto, una actividad compensatoria hecha por aquellos que son impotentes para ser aquello que simplemente imitan.”
Se refiere a imitación de la realidad existente. En este sentido lo de Ospina sería una doble perversión, ya que toma copia un objeto que en sí mismo es una representación no mimética, de valor es ritual y sagrado. Su objetivo efectivamente es el de señalar la falsificación cultural que se produce en el museo al sacar los objetos de su contexto y de su realidad vital. Es decir, el museo como institución falsifica la verdadera naturaleza de los objetos que pretende rescatar.
Dice Danto:
“Los placeres que se derivan de la imitación, son del mismo orden de los que se derivan de las fantasías, donde es claro para el que fantasea que es la fantasía aquello que el disfruta, sabiendo que no está confundido y que no ha sido engañado a creer que se trata de algo real.
Si los precolombinos falsos se hubiesen encontrado en la Carrera séptima o en un mercado de pulgas, carecerían de mayor interés. De hecho, a Ospina sí le interesa la tradición de la falsificación y la sofisticación de los procesos artesanales involucrados. Pero, (siguiendo a Danto) es su contexto (un salón de arte) y el saberlos falsos lo que produce la fantasía.
Ningún objeto es una obra de arte sin una interpretación. El espacio museo nos sitúa en una relación distinta respecto a la información que surge de la instalación; nos induce a leer un otro sentido de la obra de arte, no aplicable al falso precolombino del mercado de pulgas.
Podríamos diferenciar la obra de arte (el precolombino de Nadin) del otro objeto idéntico (el precolombino de la Séptima) al enunciar el género y sus reglas. En este caso, un análisis de tipo arqueológico nos demostraría que un objeto es antiguo y el otro no lo es. Continúa: “Sería pedantería enumerar las estructuras diferenciales de los distintos géneros artísticos. Me refiero a ellos simplemente para especificar los límites lógicos que marcan el horizonte para las posibles experimentaciones estéticas, y porque el artista de vanguardia está comprometido a explorar estos límites para comprobar en que medida puede producir algo que esté dentro de los límites (del arte) aunque carezca de uno o algunos de las características que definen el género”.
Con la lógica planteada, Nadin continuó haciendo verdaderos falsos precolombinos, manteniendo la técnica pero adulterando los sujetos y contenidos. Nos propone considerar a personajes de tira cómica como las nuevas deidades de un precolombino tardío, conservando al máximo posible las otras características de la escultura precolombina colombiana, como son las gredas y la piedra de San Agustín. Para terminar, Ospina no elabora el mismo las esculturas; las contrata con artesanos (falsificadores) de las distintas regiones arqueológicas del país.
Ospina ha logrado con su obra un nivel de cuestionamiento teórico escaso en el arte colombiano actual.
.
.
.
.
.
.
.
source: artnotesinfo
Nadin Ospina es uno de los artistas colombianos con más proyección internacional. Su obra pone en evidencia el estado constante de redifinición en que se encuentran la cultura colombiana como consecuencia del auge de las redes de comunicación y de los intercambios económicos mundiales. Sus obras son la consecuencia de un mundo en el que todos hemos devenido el otro. Sus piezas son paradójicas, pues Nadin Ospina termina por convertir lo hegemónico en exótico: iconos de la cultura occidental, como personajes de Walt Disney o Matt Groening, son equiparados a las obras de los artistas anónimos de culturas primitivas.