RYOJI IKEDA
池田亮司
이케다 료지
Редзи Икеда
source: culturemobile
Auteur d’installations monumentales et de «concerts audiovisuels», musicien électronique et plasticien contemporain, Ryoji Ikeda met en sons et en images les flux de «data» de l’Internet et de tous les supports du numérique. Opération réussie, comme en témoigne en 2011 et 2012 l’intense activité internationale de cet artiste exemplaire d’une nouvelle génération de créateurs, de Berlin à Bogota en passant par Gijon, Rome, Paris, Tokyo, New York, Karlsruhe ou Bratislava.
De Gigon à New York, la data mise en scène
Jusqu’en janvier 2013, l’artiste Japonais présente ainsi au prestigieux LABoral, un centre d’art et de création industrielle basé à Gijón, en Espagne, «data.tecture [5 SXGA+ version]», une spectaculaire installation audiovisuelle. L’œuvre, à la fois sensorielle et puissamment immersive (comme la plupart de ses pièces) se propose de mettre à jour ou de matérialiser la substance invisible des données qui composent notre environnement. Des formes géométriques en 2D ou 3D, souvent abstraites, composées à partir de fragments de codes informatiques ainsi que de données scientifiques comme l’ADN, les coordonnées astronomiques de certaines étoiles ou les structures moléculaires de certaines protéines défilent sur un vaste écran posé au sol, sur lequel le public peut se mouvoir, et d’une certaine façon s’y immerger. En avril 2012 à Berlin, l’artiste japonais, basé à Paris, présentait «data.anatomy [civic] », une installation visuelle et sonore tout aussi imposante, développée aux côtés de Mitsuru Kariya, chef de projet de la Honda Civic. Entièrement composée à partir des données qui ont servi à l’élaboration de la voiture de la célèbre marque japonaise, cette œuvre ose l’analogie entre le corps de l’homme et la structure de la machine, l’installation fonctionnant comme une exploration anatomique du véhicule composé de métal, de plastique et de circuits intégrés.
Enfin, à l’été 2011, Ikeda présentait à St Denis près de Paris ainsi qu’à New York «The Transfinite», une installation une nouvelle fois particulièrement immersive, dont les lignes graphiques, les formes géométriques et les aplats de lumière, mettaient à rude épreuve les sens des spectateurs, qui semblaient tous fascinés par ce paysage abstrait évoquant volontiers l’activité bouillonnante d’un disque dur.
Génération de l’image et du numérique
Si une partie du grand public ne découvre qu’aujourd’hui le travail de Ryoji Ikeda, le Japonais fait néanmoins partie d’une génération d’artistes d’ores et déjà très mature, apparue au cours des années 1990 et née avec l’Internet, les technologies mobiles et la nouvelle vague musicale électronique.
Grâce à son usage du numérique et de nouveaux logiciels, sa pratique de la programmation informatique ou parfois de plus simples technologies, cette génération est parvenue à transcender les supports et les pratiques dans son art de manier les données. En effet, Ikeda, tout comme son confrère et complice Carsten Nicolaï, ainsi que Frank Bretschneider, Karl Kliem, Robert Henke ou Mika Vainio, mènent de front une recherche visuelle et sonore, que ce soit sous la forme de simples CD, de pièces graphiques, d’œuvres vidéos ou d’installations audiovisuelles. Passionnés par les sciences, la recherche fondamentale ou le développement de logiciels expérimentaux, ces artistes ont profité de l’euphorie et du boom artistique et culturel de la génération techno de la fin des années 1990. Cependant, ils ne se sont jamais résolus à s’exprimer dans le cadre festif et parfois restrictif de cette culture désormais populaire, pas plus que dans le domaine tout aussi balisé de la musique pop. Refusant de se plier aux figures imposées du concert ou du DJ, ils ont réussi à inventer une nouvelle forme d’expression musicale, déployant leurs recherches sonores sous la forme de projections qui mettent à l’épreuve les perceptions du spectateur, ou de spectacles audiovisuels qui explorent les relations entre l’abstraction du son électronique et la création graphique.
.
.
.
.
.
.
.
source: noiself
Llega dos días antes de lo previsto. Baja del taxi y saluda. Lleva una maleta y dos ordenadores. Esto no es una entrevista, son sólo impresiones que permanecen en la memoria tras unas jornadas al lado de Ryoji Ikeda, uno de los creadores audiovisuales más relevantes de nuestro tiempo. El japonés (Tokio, 1966) cede todo el protagonismo a su obra. Nunca concede entrevistas, rehúye las cámaras y le molestaría que estas líneas estuvieran teñidas del oportunismo que muchos periodistas intentan sacar de algo noticiable “para ponerse ellos y sus opiniones en primer plano”.
Ikeda afirma que su trabajo habla suficientemente por él. No hay nada más que decir. El resto es cosa del público. Pese al temor a encontrarme con un rechazo, el artista, muy al contrario, se mostró abierto, humorado y crítico. Fueron cuatro días en los que el músico experimental y vídeo artista compartió trascendentales impresiones sobre arte, haciendo uso también de un incisivo carácter sobre política y sociedad: de la estadounidense a la japonesa, de la parisina a la sevillana.
Participó decisivamente en Dumb Type, visionario proyecto interdisciplinar (danza, imagen, sonido) que es casi imposible recuperar: la edad no pasa en balde para los bailarines. Ryoji Ikeda vivía a medio camino entre Brooklyn, Nueva York, y París, donde finalmente ha fijado su residencia con su familia. De ahí que en el último lustro se le ha podido ver con cierta facilidad por los escenarios europeos, donde la cultura electrónica tiene una apreciación distinta a la americana, más atraída por la cualidad intrínseca de la creación y menos en función del factor tecnológico. Como otros creadores ya hicieron antes (sobre todo los relacionados a los avances en las herramientas tecnológicas), Ryoji desarrolla uno o dos conceptos en distintos proyectos (las series formula, matrix, spectra o db, data y dataphonics) que van creciendo y diversificándose del concepto inicial en una instalación sonora, un registro en Cd o en dvd y en un espectáculo en vivo multicanal y con pantalla. Ryoji es un autor conceptual que hace uso de un lenguaje audiovisual digital. Los sonidos, de gran pureza tímbrica, están hechos de materiales de bajas y altas frecuencias, microtonos y líneas agudas alargadas en contraste con asperezas accidentales. La estilización rítmica se consigue mediante la repetición o adición de eventos, de cruces de líneas y geometría sincronizada que imprimen velocidad al mensaje. La intensidad llevada al clímax, ya sea por el incremento de sucesos o por la acumulación del material sonoro, acaba anunciando su desintegración, colapso o desvanecimiento en un punto. Todos estos elementos parten de figuras minimales sencillas, en cuanto a que su origen son puntos y líneas (datos), pero adquieren una gran complejidad en la composición final. El resultado físico se podría entender como una secuencia de pulsiones sónicas y de imagen, de líneas geométricas que contrastan con texturas ruidistas y elementos paisajísticos que surgen de forma efímera. El continuo sonoro queda indisociablemente ligado a las imágenes en un asombroso trabajo de sincronización.
En dataplex (raster-noton) Ikeda se mantiene fiel al método del work in progress. En él hay referencias continuas a proyectos anteriores, como los había en el audiovisual formula (dvd + libro en ntt-forma) respecto a 0ºc (touch music), un antecedente sonoro luego llevado a lo audiovisual. La calidad del sonido, en el aislamiento de dichos signos autoriales, denota un marco tecnológico evolucionado, un paso más. La tecnología punta es un factor fundamental en el trabajo del creador, va en concordancia con el crecimiento y expansión lingüística de los proyectos. Lo curioso es que Ikeda se considera antes un artista, casi en el sentido renacentista, que un ingeniero informático que hace arte. Lo que peor lleva es, precisamente, estar constantemente al día de los nuevos programas y de la potencia de los equipos. Sorprendente apreciación viniendo de alguien que presenta trabajos de esta factura. El principio fundamental de la serie datamatics, de la que parten proyectos actuales tan radicalmente distintos como C4I o dataphonics, es “percibir la invisible multi-substancia del dato en el mundo”. Por su plasticidad orgánica y figurativa, en C4I es donde mejor se aprecia ese argumento. C4I es el resultado de unir un concierto y una película. Imágenes de video sobre paisajes naturales en todo el mundo que progresivamente se hacen más y más abstractos hasta ser representados en signos matemáticos y datos numéricos.
Los textos acompañan a este viaje deconstructivo de lo natural hacia la matemática (como en data anatomy), uniendo la vida a la ciencia y a la filosofía como denuncia de la globalización económica y de la vigilancia gubernamental a los individuos. La belleza no desfallece en esta convergencia minimalista entre paisajes, datos y mensajes. Es el proyecto más cinematográfico de Ikeda, en él se hace patente su admiración por Andrei Tarkovsky y esos espacios desolados en los que el tiempo parece detenerse.
En cierto modo, pero sin el mensaje político ni la plasticidad figurativa y crómatica de C4I, dataphonics vendría a ser el negativo que sustenta a aquélla, el esqueleto hecho de datos, puntos y fractales sobre los que la Naturaleza como elemento vivo (C4I) o muerto de un objeto mecánico como un coche que parece tener un espíritu en su interior (Data Anatomy, ver vídeo), se manifiesta aquí con toda su desnudez secuencial y rítmica en blanco y negro (intención más vinculada al formato concierto, ver vídeo). Recientemente ha recopilado una serie de films bajo el título Time & Space en la que de modo retrospectivo (se remonta a finales de los 80) se aprecia la evolución del concepto y de la tecnología aplicada. Ha llevado algunos de los planteamientos experimentales en los que va desarrollando las ideas a un formato instalativo, como son los casos de data.scan, The transfinite (ver imagen inferior) o la reciente Data Anatomy (civic). La plasticidad abrumadora de las obras de Ikeda (muy en consonancia, y casi obligado decir que compartida, con las de su colega-amigo Carsten Nicolai: Cyclo, 2011) plantea un campo semántico intransferible, situado entre la matemática (de espacios vectoriales a la infinitesimal), la irrupción de entes inesperados como elementos del caos y un lienzo visual que une videocreación, música digital e instalación en la representación tridimensional en sala o concierto. La visión sobre la sustancia matemática que descansa, de lo más íntimo a lo más superficial, en nuestra realidad, como no podía ser de otro modo en Ikeda, no es fría, sino asombrosa, bella y pura en su exactitud.
.
.
.
.
.
.
.
source: labs
日本新媒体艺术家Ryoji Ikeda和Honda汽车civic的研发总监Mitsuru Kariya合作,将civic开发时的上千个设计和CAD资料档案制成三个银幕的声音视频装置。在德国柏林旧发电厂改成的空间MUMA展出。
.
.
.
.
.
.
.
source: anmutig
Außerdem, und noch bis zum 1. Mai, in Berlin zu sehen ist das neue Datenkunstwerk data.anatomy [civic] des japanischen Künstlers Ryoji Ikeda.
Der Visual Artist wurde von Honda eingeladen, das neue Civic-Modell künstlerisch zu interpretieren. Die audiovisuelle Installation basiert auf den technischen Konstruktionsdaten des Honda Civic. Ikeda machte es sich zusammen mit seinem Team zur Aufgabe, die Daten in eine audiovisuelle Form zu übersetzen: “A Civic consists of thousands and thousands of tiny, tiny parts, but I saw a certain beauty in that. It’s like a human – there are so many organs in it – and that inspired me. My installation will reveal the richness and beauty of the ephemeral concepts that are embodied physically in the car itself.”
Die großformatige Videoprojektion, die sich über drei Bildschirme erstreckt, wird im wirklich beindruckenden MUMA, einem alten Kraftwerk, gezeigt.
Ryoji Ikeda, geboren 1966 in Gifu, Japan, lebt und arbeitet derzeit in Paris. Der japanische Klang- und Videokünstler ist einer von wenigen internationalen Künstlern, die sowohl im Umgang mit visuellen und akustischen Medien überzeugen. Seine Arbeiten wurden unter anderem im Museum of Contemporary Art (Tokio), im Park Avenue Armory (New York) und im Museo de Arte de Colombia (Bogota) präsentiert.
.
.
.
.
.
.
.
source: metalocus
MUMA is an extraordinary location for exhibitons, performances, concerts and other events. Its purpose is to unify Best Practice and Utopia by providing space for all kinds of art, advancing the collaboration between various disciplines and linking creative people virtually as well as physically across the globe. In this context we present the cold, massive, impressive and wonderful work by Ryoji Ikeda, Japanese, living in Paris. The articulation and presentation of these data, crossing big screens, with the addition of a clever choice of music, it is a spectacle, in a context as incredible as that of MUMA, which as other times with the work of this Japanese, you feel the need to go immediately to Berlin. Hat tip!
txt by José Juan Barba
Finding beauty in complex mathematical data is essentially at the heart of one of the latest art/car collaborations. Japanese digital composer and artist Ryoji Ikeda has translated the entire data of the new Honda Civic into an audiovisual installation with intriguing results.
Exhibited at MUMA (Kraftwerk) on a bespoke 20-meter by 4-meter wall – the giant robust concrete warehouse in East Berlin admittedly adding to the theatrical drama – is a twelve-minute video art with sensual fast-moving imagery and hypnotic music. It is a visual and sensory treat.
The project started in early 2011 with development leader of the new Civic Mitsuru Kariya allowing Ikeda complete access to the CAD data of the car. ‘This information is confidential and top secret like a CIA file,’ muses the artist following the screening, ‘and we felt huge responsibility.’
Then came the difficult task of translating it all into visual and audio form. ‘When I saw the data I felt like a microcosm – it is so detailed,’ he says. It took around 3000 engineers over four years to create this. ‘And I had to respect what they do.’
Working with his team at the studios in Paris and Tokyo, Ikeda analysed the data and began to compose his work. ‘A Civic consists of thousands and thousands of tiny parts,’ he says. ‘It is like a human – there are so many organs in it – and that inspired me.’
Asked if the sound triggered the music or the music the sound, Ikeda notes that the process was essentially democratic. ‘The colours, frequencies, music – all come together. It is mostly a mathematical operation.’ Honda’s Kariya later remarked that he could almost see the engineers and designers involved in the project in Ikeda’s installation.