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RAQUEL KOGAN

Reler (re-read)
File Festival

La instalación “Reler” se compone de un atril de madera con 50 libros sin título, similar a cualquier biblioteca. Todos los libros son aparentemente del mismo color, todos del mismo ancho y alto, identificados únicamente por el número dorado grabado en el lomo. Pero no son tus libros habituales. Son libros para ser escuchados y no para leer. Extractos breves y amados, las elecciones personales de un número de 50 personas invitadas a participar en la ejecución de la instalación, teniendo cada libro un propietario y una voz. Al abrir el libro, el interactor tiene su rostro iluminado, y un sistema de grabación de audio incorporado con circuito integrado, emite una voz pregrabada de quien seleccionó ese extracto de lectura de su libro favorito, por un máximo de cuatro minutos. Simultáneamente, en el espacio expositivo, todos los textos que se “leen” de los libros extraídos y abiertos se irán sumando entre sí mediante una interfaz conectada con el ordenador, formando el sonido cuadrafónico del ambiente en tiempo real. Así, se crea un palimpsesto de voces, timbres y lenguajes que cambia continuamente a medida que se retiran y devuelven nuevos libros. En esta instalación inmersiva interactiva, la presencia del usuario y su elección individual es parte de muchas otras elecciones individuales que, juntas, forman la voz de la instalación.

ANDREI TARKOVSKY

أندريه تاركوفسكي
塔可夫斯基
アンドレイ·タルコフスキー
Андрей Тарковский
el sacrificio
Para comenzar a hablar de este poema, es recomendable hacerlo utilizando las mismas palabras de Andrei, en su libro ‘Esculpir en el tiempo’, página 44:
“Normalmente se busca una puesta en escena más expresiva, porque con ella se quiere mostrar de forma inmediata la idea, el sentido de la escena y su subtexto. También Eisenstein trabajó de este modo. Además se parte de la base de que la escena cobra así la necesaria profundidad, una expresividad dictada por el sentido. Esto es una idea primitiva, sobre cuya base surgen muchas convenciones superfluas, que diluyen el tejido vivo de la imagen artística”
Esta reflexión estética ya confirma en Tarkovski un artista asombroso, muy superior a prácticamente todos sus coetáneos, principalmente porque pudo contextualizarla en su labor como director, más que nunca en ‘Sacrificio’, como también llevó hasta sus últimas consecuencias su idea del cine como una captura del tiempo real. Y lo hizo homenajeando a Bergman sin perder su propia esencia, y a otros admirados cineastas como Kurosawa, el primero en dirigir una ficción en torno a la amenaza nuclear (lógico, siendo Japón el primer país que sufrió sus aterrador poder de devastación) en ‘Crónica de un ser vivo’ (‘Ikimono no kiroku’, 1955). Los primeros ochenta, con los coletazos finales del imperio soviético y la paranoia sobre una inminente guerra nuclear, vieron nacer la que probablemente sea la obra magna sobre el tema, ‘Terminator’ (‘The Terminator’, James Cameron, 1984), que Tarkovski pudo ver en el Festival de Londres antes del rodaje de su última película, sintiéndose impresionado por ella a pesar de despreciar su extrema brutalidad.
Hablar con Dios
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